April 29, 2008

Samsonite


Odio desempacar. Es la parte más detestable de un viaje porque guardar la maleta ya vacía en el fondo del clóset significa el fin... y no me gustan los finales obligados. Me gusta llegar al final de la aventura cuando me siento preparada, antes no.
El viaje que terminó ayer a media noche seguirá en el aire por varios días, yo lo sé. Tengo emociones diversas recorriéndome el cuerpo y no puedo concentrarme. Pasé el día en la oficina leyendo emails, tratando de organizar mi agenda... no logré el objetivo. Me siento atorada en las sensaciones de mis últimas dos semanas; recapitulo los días y parecen meses. Siento que un pedazo del tiempo sólo sucedió en mi cabeza y que sólo yo puedo ordenarlo. Ahora entiendo las razones por las cuales desempaqué tan rápido... en media hora tuve mis cosas organizadas: en una bolsa los encargos, en otra los pantalones de tintorería, las joterías de jaboncitos para el cuerpo y body sprays directo a la repisa del baño, mis libros sobre la mesita de noche, el maquillaje en el segundo cajón del lado derecho, los zapatos en su lugar y el resto back on track. Por primera vez logro desempacar en menos de veinticuatro horas. No fue difícil y sin embargo no estoy satisfecha. Sé que mi cabeza sigue desordenada porque tengo ansiedad. Quiero limpiar todo, tirar aquello que no sirve, limpiar, limpiar, limpiar, limpiar. Me he controlado porque sé que no es la solución. La solución es darme espacio para asimilarme y contener bajo la piel mis historias. No debo ponerle nombre a todo ni apresurar el aterrizaje emocional porque yo sé que el viaje no ha finalizado... aunque haya desempacado y la maleta ya esté en el fondo del clóset.

1 comment:

Colores said...

Me pasa lo mismo!!!Y eso de limpiar también... tremendo! Salvo que mi valija puede quedar en el suelo durante semanas, abierta y todos sacando la ropa de allí... horrible!
Besotes y espero que ya hayas podido organizarte un poco más!