January 27, 2009

En estado de alerta


Desde hace varias semanas he vivido una pesadilla laboral. Llegué a esta empresa hace seis meses con las ilusiones bajo el brazo y una maleta de experiencia dispuesta a compartir. Todo inició como cualquier trabajo nuevo: curva de aprendizaje, adaptación al nuevo lugar, horarios, responsabilidades, gente... Desafortunadamente pasaron los días de sonrisas para convertirse en uno de los capítulos más difíciles que he tenido a lo largo de mi vida profesional.
Mi jefa (a quien nombraremos pinche vieja) tiene la idea que el liderazgo debe ir acompañado de amenazas, terror y paranoia para funcionar y, con esto, lograr los objetivos impuestos para el departamento. En un principio yo pensaba que la del problema era yo porque nadie parecía darse cuenta de los malos tratos hacia proveedores u otras personas ajenas al departamento. Sin embargo, un día que me sermoneó sobre mi ruda forma de contestar emails por no poner "buen día" me atreví a comentarlo con mis compañeras de trabajo y de esta manera iniciaron las conversaciones a la hora de la comida sobre el trato déspota y las ridículas tareas que nos dejaba día con día porque, al final, debíamos re-trabajar porque 'no supo expresarse bien'.
En diciembre una de mis compañeras reunció por motivos personales. Más allá del giro que dará su vida sentimental, una de sus razones principales para tomar la decisión fue por la pinche vieja que la presionaba con cualquier cantidad de trabajo posible. Recuerdo que alguna vez le ofrecí ayuda con unos reportes y la pinche vieja me pidió que no me metiera porque no era mi responsabilidad. En otro lugar esto hubiera sido reconocido como "trabajo en equipo", pero no sucedió así, al contrario.
El asunto acá es que a finales del año pasado se desató lo peor. Uno de mis objetivos establecidos fue lograr que la empresa que nos brinda el personal en campo administrara varias regiones del país (cosa que antes debía hacer yo sola) siguiendo los lineamientos de la empresa que yo represento. En pocas palabras: hacernos socios de negocio. Me ilusionó esta parte ya que me encanta colaborar con la gente, establecer objetivos, trabajar en equipo y -obviamente- entregar resultados. Mi estilo de trabajo siempre se ha basado en el mutuo respeto y comunicación abierta. Siento que faltando uno de estos dos puntos los resultados empiezan a decaer y las sinergias mueren así que con estas personas (a quienes llamaremos los chingones) empecé a elaborar un plan estratégico. En nuestras primeras reuniones semanales me dediqué a conocer el funcionamiento interno de la empresa: organigrama, ubicación, antecedentes con otros clientes, sistemas y demás. Entre conversaciones les dejé en claro los objetivos a cumplir y pedí aportación de ideas para alcanzarlos rápidamente... La colaboración y entrega al trabajo de los chingones me dejó asombrada. Sin embargo, la pinche vieja empezó a exigir resultados en siete días y que los chingones entendieran nuestros procesos internos al primer contacto. Yo levanté la mano y pedí más tiempo, pero la respuesta fue tajante: "si empiezan con mentalidad mediocre desde ahora seguramente van a tronar... sobran empresas allá afuera que mueren por llevar nuestra cuenta" Yo me pregunto: ¿es mediocre cruzar por una curva de aprendizaje? y también me cuestiono ¿Cómo podemos exigir resultados a un proveedor que apenas empieza a colaborar 'de lleno' con nosotros?
Pocos días después estuve en las oficinas de los chingones haciendo una capacitación al personal y antes de irme llegó la directora de cuenta hecha un manojo de nervios. Venía de una junta con la pinche vieja quien no dejó de ningunearla por el mediocre trabajo realizado en una semana, la agredió profesionalmente por no llevar un archivo en excel como ella había solicitado, no quiso escuchar sus dudas y le tronó los dedos argumentando que no tenía tiempo de habladurías y que sólo quería ver lo 'importante'. Sobra decir que el hígado se me hizo añicos cuando me enteré que la pinche vieja habló a mis espaldas y se quejó del pésimo trabajo que yo estaba haciendo con ellos.
Regresé a la oficina con el coraje atravesado y se re-atravesó cuando me dijo que el proyecto estaba en peligro por la falta de habilidades de los chingones. Fue un viernes y los siguientes dos días la pasé fatal, entré en crisis. Me pareció injusto el mal trato hacia estas personas y mi trabajo de todos los días; me sentí agredida personal y profesionalmente con los insultos disfrazados de tanto tiempo que dejé pasar de largo. Entendí las razones por las cuales cinco personas antes de mí renunciaron a esta posición que ha estado bajo el mando de la pinche vieja. Comprendí que la paranoia que yo sentía todos los días cobraba mayor sentido y que ciertos comentarios de la pinche vieja en realidad eran amenazas para sembrarme miedo de perder un trabajo, un salario necesario para vivir. Estuve a punto de renunciar, lo acepto. Sin embargo, no me dejé vencer como el resto y tomé la decisión de abrir la boca.
Hoy estalló la bomba. Fui con recursos humanos a expresar mi sentir, dije abiertamente que no estoy de acuerdo con la dictadura de la pinche vieja porque no se alinea a la cultura de la empresa que tanto presume, dije también que me siento agredida y observada constantemente, confesé que todos los días me cuesta trabajo despertar para ir al trabajo y que la tensión que vivo todos los días está llegando al límite. Pedí mi cambio de posición a otra área o departamento lo antes posible y, quizás lo más importante, me mostré dispuesta a hablar con los ejecutivos de mayor rango si eso ayuda a que la pesadilla termine.
Estoy agotada, harta de no entender los porqués de esta situación. Diariamente busco señales que me indiquen la enseñanza de todo esto y me estoy llenando de amuletos para alejar las malas vibras de la pinche vieja. No sé cuánto tiempo deba pasar o aguantar hasta lograr mi cambio de posición o de empresa (am working on that too) y tampoco sé si estoy dispuesta a continuar con el desgaste emocional.
Me repito que soy más fuerte que esto y que la pinche vieja es un ejemplo a NO seguir jamás. Me repito constantemente que la del verdadero problema es ella y que yo debo manterme al margen de la situación. Me alucino repitiéndome que esto pronto pasará, pero también me pregunto: ¿Por qué? ¿Para qué?

January 26, 2009

Hoy es una de esas noches en que siento la melancolía danzar en mi corazón.

January 25, 2009

Duffy - Warwick Avenue

When I get to Warwick Avenue
Meet me by the entrance of the tube
We can talk things over a little time
Promise me you wont step out of line

When I get to Warwick Avenue
Please drop the past and be true
Don't think we're okay
Just because I'm here
You hurt me bad but I won't shed a tear

I'm leaving you for the last time baby
You think you're loving
But you don't love me
I've been confused
Outta my mind lately
You think you're loving
But I want to be free
Baby you’ve hurt me

When I get to Warwick Avenue
We'll spend an hour but no more than two
Our only chance to speak once more
I showed you the answers, now here's the door

When I get to Warwick Avenue
I'll tell you baby that we're through

'Cause I'm leaving you for the last time baby
You think you're loving
But you don't love me
I've been confused
And outta my mind lately
You think you're loving
But you don't love me
I want to be free
Baby you've hurt me

All the days spent together
I wish for better
But I didn't want the train to come
Now it's departed, I'm broken hearted
Seems like we never started
All those days spent together
When I wished for better
And I didn't want the train to come
No, no

You think you're loving
But you don't love me
I want to be free
Baby you've hurt me
You don't love me
I want to be free
Baby you've hurt me

January 18, 2009

La fe de mi ceguera (uno)


Tenía una amiga cuya vida sentimental siempre, o casi siempre, iniciaba con una cita a ciegas. Su madre y su abuela se encargaban de organizar el encuentro con el hijo maravilloso de Sarita o con el nieto del socio del esposo de la vecina. El deseo de encontrarle marido a mi amiga era en realidad una necesidad de familia porque, según su padre, una mujer debía contraer nupcias desde joven para dar muchos nietos en vez de pasar la mayor parte del día en la universidad aprendiendo quién-sabe-qué-cosas.

En un inicio yo me emocionaba por ella cuando nos contaba entre clases que tendría otra cita a ciegas. Con el tiempo y los chascos que se llevó –como el patán que le escupió a un mesero por haber derramado una copa de vino por accidente- pensé que las blind-dates eran mera creación hollywoodense. Me decepcioné junto con ella antes de haber tenido mi primer encuentro de película y justo cuando menos me acordaba de aquellas anécdotas llegó mi primera vez.

El cupido fue la fisioterapeuta que me atendió después de cirugía. Entre plática informal mientras hacía ejercicios con una pelota de goma preguntó mis gustos por el sexo masculino. No terminaba de enumerar características cuando dijo sonriente “te voy a presentar al joven que viene los martes por la tarde; te agradará y estoy segura que se llevarán muy bien… Es buen tipo” Y si lo fue, lo es. Del primer encuentro surgió una salida al cine, un café, una cena. Lo nuestro no trascendió. Tal vez por circunstancias ajenas al corazón o tal vez la chispa no fue lo suficientemente fuerte. No lo sé. De lo único que estoy segura es que la primera vez me regresó la fe en Hollywood y una gran duda: ¿Se considera también cita a ciegas cuando –finalmente- surge el encuentro con quien pasaste largas horas sentada frente al monitor? De ser así, ¿estamos entrando en la nueva era del blind-date?

January 10, 2009

The Couch


Hablo sin pensar en lo que digo
Hablo de ti con la cercanía de tu ausencia
Entre frases espontáneas mis ojos cambian de luz
Mis manos se unen recordando el pacto de sana distancia
Y mis palabras fluyen en el mar de la evasión
Dejándome la duda acumulada entre los dientes

Entre Ríos


Después de tanta lucha me encuentro con la música llenando cada espacio de esta casa, mi casa. Aventé los tacones y cuando salía de la recámara me regresé en automático: los puse en su lugar. Me empiezan a importar los detalles externos como el ruido de la calle y la hora en que pasa el camión de la basura. Me importa si hoy encontré polvo sobre la cafetera y si la música molestará a los vecinos. Las cosas que importan de pronto texturizan mi mente cansada de dar vueltas como durazno de temporada. Estoy en mi mejor momento y me reclamo que siempre corro apresurada aunque el mundo a veces se detenga; cruzo los días pensando en el siguiente, pero cuando miro en retrospectiva ciertas sensaciones han dejado un fósil debajo de mis tacones aventados. Empiezo a sentir la melancolía entre sorbos de té, siento que no me importa a estas alturas si las palabras tienen congruencia y si este corazón tranquilo encontrará el valor para confesar la incógnita que mi boca no sabe cómo decir. Son ideas acomodándose por mi espalda baja, nociones del futuro solamente mientras la vida renueva su curso por los ríos que coinciden a mi alrededor.

January 8, 2009

Estoy, pero no soy


Ya no sé si reirme o llorar.
Hace unas semanas llegó a mi lugar de trabajo un tipo a comentarme un asunto laboral que no lograba entender ni relacionar con mis actividades/responsabilidades. Lo dejé parlotear (se veía muy desesperado) y al cabo de unos minutos le dije:

Ceteris: Disculpa, Fulano de Tal, pero sinceramente no sé si este tema en particular tenga que ver conmigo y no recuerdo haber autorizado las membresías que mencionas.
Fulano de Tal: Pues me mandaron contigo... eres Gabriela, cierto?
CP: Si, soy Gabriela. A mí se me hace que te confundiste de Gabriela porque habemos varias aquí y todas en diferente departamento.
FdT: Pero tú debes ser Gabriela Bustos, no?
Bajé la mirada hacia mi escote y le dije aún sonrojada:
CP: Estoy, pero no soy la persona que estás buscando. La Gabriela que buscas tiene su oficina al fondo del pasillo.

Ahi no termina todo, señores.
Hace un rato llegó Mengano a pregunatar otras cosas pensando -también- que yo debía ser Gabriela Bustos. Lo saqué del error rápidamente y no hubo mayor problema. Me sonrojé igual o peor que la vez pasada, pero creo que Mengano se avergonzó más al escuchar las risas de mis compañeros de trabajo.
Imaginen ahora la burla que me hacen.
A estas alturas creo que lo más sano es tomar la bella confusión como un cumplido.