December 10, 2015

De nini


Y vaya que fue (por momentos) agotador llegar a la conclusión que mi vida debía cambiar. No sólo se ha tratado de cambiar de trabajo; pasar de Godín a emprendedora para algunas personas resulta natural y un next-step. Para mi ha significado una revolución que no sólo implica dejar los tacones y cambiar por zapatos más cómodos (resulta que tengo dos pares de zapatos sin tacón pfff), sino acostumbrarme a no tener prisa y a organizar el tiempo libre. Suena ridículo, I know. El tiempo libre lo he administrado para hacer arreglos en casa, llamarle a la contadora y ponerme al día con el SAT, cambiar mi plan de telefonía celular, pasear a Enriquito, cocinar, cambiar de gimnasio por uno más económico, iniciar con clases de yoga... Tonterías quizás. Sin embargo, me duele aceptar que hacía un rato que no me regalaba tiempo para estar de nini. De fuera se ve mal que NI estudie NI trabaje. Desde dentro la visión es otra porque he (re)descubierto facetas en mi vida que había olvidado: había olvidado la sensación del ambiente decembrino a medio día por las calles, había olvidado la ligereza de subir a un avión sin maleta para la computadora, había olvidado hacer el desayuno con toda calma para sorprender a mi Changuichis, había olvidado los paseos a media tarde y la libertad de una agenda sin citas programadas. Y es tanta ligereza que el tiempo vuela entre los dedos y sólo lo siento al mirar un calendario que pierde hojas cada día. 

Soy nini por convicción. Un ratito más sólamente.