Escribo que no escribo desde hace varios días. La rutina de cada noche se envuelve con películas viejas y una programación cuya única novedad es el horario de invierno. Escribo de noche sin escribir nada. Tomo inspiración de mis días tranquilos y es irónico que tanta energía la acapare mi cuerpo sin lle
gar a la cabeza. Escribo aquellas cosas a las que no suelo prestarles atención. Me adueño del espacio que ocupa mi 1.63 de altura y tengo cada día más fe en los pasos decisivos de este par de tacones que no suelen descansar. Sueño que escribo los momentos de silencio y escribo mis sueños de imágenes confusas. Durante estos días de escribir que no escribo, prefiero contemplar una hoja blanca que pide compañía. Entonces bajo a la cocina, preparo un café y regreso a mi asiento para escribir que no escribo desde hace varios días.
