Hace un año estaba recién salida del quirófano. Mi mano derecha, aún desconchabadita, trataba de entender qué cosa le dolía más: la herida o el hacer. Pasé todo el mes en rehabilitación, haciendo bolitas de plastilina y recuperando de a poquito el movimiento habitual. Ayer que pasé la tarde con mi mamá recordamos la pena que me daba cuando me ayudaba a bañar y cómo luego me las tuve que apañar para peinarme o quitarme el bra. Se pasó volando el año y también el dolor, la molestia.
Al final de todo esto descubro que me quedé con dos manos derechas: la física y la emocional. No tengo mejor aliado ni mejor compañía como mi sombra. Estoy empezando un nuevo proyecto laboral y profesional lleno de retos en varios sentidos. En primer lugar, un negocio nunca antes explorado; el segundo -y más cabròn- la paradójica (o parajódica) libertad de no tener jefe detrás mío. Soy independiente en términos de tiempo y de generación económica, pero al mismo tiempo soy presa de mi exigencia para aquellos objetivos que deseo cumplir. Empiezo este mes de octubre y el último trimestre del año organizando mi lugar de trabajo (le digo home office para que suene más pro), acomodando el escritorio y regalándome un sitio inspirador para todo aquello que venga después. Sé que debo ejercitar el músculo de la paciencia mientras me adapto al nuevo ritmo y que -de inicio- me daré uno que otro tropezón. Sin embargo, tengo bien puesta la mano derecha (la física y la emocional) así que nada, absolutamente nada, puede salir mal.
Al final de todo esto descubro que me quedé con dos manos derechas: la física y la emocional. No tengo mejor aliado ni mejor compañía como mi sombra. Estoy empezando un nuevo proyecto laboral y profesional lleno de retos en varios sentidos. En primer lugar, un negocio nunca antes explorado; el segundo -y más cabròn- la paradójica (o parajódica) libertad de no tener jefe detrás mío. Soy independiente en términos de tiempo y de generación económica, pero al mismo tiempo soy presa de mi exigencia para aquellos objetivos que deseo cumplir. Empiezo este mes de octubre y el último trimestre del año organizando mi lugar de trabajo (le digo home office para que suene más pro), acomodando el escritorio y regalándome un sitio inspirador para todo aquello que venga después. Sé que debo ejercitar el músculo de la paciencia mientras me adapto al nuevo ritmo y que -de inicio- me daré uno que otro tropezón. Sin embargo, tengo bien puesta la mano derecha (la física y la emocional) así que nada, absolutamente nada, puede salir mal.
8 comments:
Muchísima suerte con su nuevo proyecto. Seguramente será un éxito. Saludos afectuosísimos a diestra y diestra.
von Eisberg: Recibo sus sinceros deseos a manos llenas y agradezco con mi mejor sonrisa su visita por acá.
Besos trona'os!
Ser independiente en términos de tiempo... inefable; ser independiente en términos de generación económica... impagable.
Para todo lo demás... mano.
Mus
Hermosa,
Serás un hit, porque así está escrito en tu libro del destino. Con paciencia y ejercicio del músculo cardiopasional nada puede salir mal. He dicho! Abrazos miles.
Piensa en lo paradójico, que lo parajódico ya pasó...Estamos contigo siempre :-)
P von Pompanch
Sólo nos enteramos de qué significa eso de "la mano derecha de alguien" cuando no podemos usarla !!!
Viva por la recuperación y por los planes. Recuerdo los post de hace un tiempo en crisis laboral... cuánto han cambiado las cosas (para bien).
Un abrazo
Mus: tú siempre con esos comentarios tan... ¿atinados?
Pensamiento Visible: gracias, darling!! Sé que todo saldrá bien y también sé que estarás aquí para festejarlo con todo y media quid, ja!
P. von Pompanch: Ya era hora que te aventaras a dejar tu comentario. Gracias por eso!! Sé que siempre estás conmigo y esa es una de las razones por las cuales todo esto está sucediendo.
Fiamma: Y sí... todo cambia y eso es una maravillosa constante. Seguiré haciéndolo y seguiré disfrutándolo. Besos para usté!
Dadas todas las condiciones que tiene " a mano"; auguro un buen trazado, para esta nueva etapa.
A mano alzada y sin temblores. Con la emoción e ímpetu de todo lo que se inicia con ganas e ilusión.
Saludos.)
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