January 10, 2009

Entre Ríos


Después de tanta lucha me encuentro con la música llenando cada espacio de esta casa, mi casa. Aventé los tacones y cuando salía de la recámara me regresé en automático: los puse en su lugar. Me empiezan a importar los detalles externos como el ruido de la calle y la hora en que pasa el camión de la basura. Me importa si hoy encontré polvo sobre la cafetera y si la música molestará a los vecinos. Las cosas que importan de pronto texturizan mi mente cansada de dar vueltas como durazno de temporada. Estoy en mi mejor momento y me reclamo que siempre corro apresurada aunque el mundo a veces se detenga; cruzo los días pensando en el siguiente, pero cuando miro en retrospectiva ciertas sensaciones han dejado un fósil debajo de mis tacones aventados. Empiezo a sentir la melancolía entre sorbos de té, siento que no me importa a estas alturas si las palabras tienen congruencia y si este corazón tranquilo encontrará el valor para confesar la incógnita que mi boca no sabe cómo decir. Son ideas acomodándose por mi espalda baja, nociones del futuro solamente mientras la vida renueva su curso por los ríos que coinciden a mi alrededor.

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