Pienso en los puntos de inflexión, en esos instantes en que la vida me cabía entre las líneas de la mano. Escucho las palabras silenciosas que no se atreven a nacer... Y aunque se desdoblen demasiado tarde yo las estaré esperando como la primera vez.
Cae la noche sobre la nube de un eterno laberinto. Me miro los pies y me repito que andar no es precisamente estar.
Me pregunto si realmente quiero estar.
Entonces miro mis manos y pido volar.